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ESPAÑA

23-F, ¿otro golpe del PSOE?

El PSOE tiene una historia siniestra detrás de sí. Es el partido español que ha participado en más golpes de estado y actos de violencia, y también aparece su huella en el 23-F. A lo largo de 1980, todos los políticos del sistema conspiraban para destituir a Adolfo Suárez, por las buenas o por las malas. En esas conspiraciones participaron numerosos socialistas.


	El PSOE tiene una historia siniestra detrás de sí. Es el partido español que ha participado en más golpes de estado y actos de violencia, y también aparece su huella en el 23-F. A lo largo de 1980, todos los políticos del sistema conspiraban para destituir a Adolfo Suárez, por las buenas o por las malas. En esas conspiraciones participaron numerosos socialistas.

La lista de golpes de estado en los que ha participado el PSOE es muy larga:

– El de Jaca, en diciembre de 1930, que incluía en Madrid el bombardeo del Palacio Real.

– El del 14 de abril de 1931, después de las elecciones municipales ganadas por los monárquicos.

– El de octubre de 1934, contra un Gobierno electo de centro-derecha.

– El de marzo de 1939 contra el Gobierno prosoviético de Juan Negrín, encabezado por Julián Besteiro. Negrín fue expulsado del PSOE, pero Rodríguez Zapatero ha devuelto el carné a su nieta.

Los socialistas nunca han reconocido sus errores ni han hecho examen de conciencia ni se han arrepentido de sus actos. Prueba de lo que sostenemos es que entre 1976 y 1999 el presidente del PSOE fue Ramón Rubial, condenado a presidio por haber tomado el Ayuntamiento de Erandio (Vizcaya) a punta de pistola en ese sanguinario octubre de 1934.

Como decía al principio, en el 23-F también encontramos huellas del PSOE. Y hay que reconocer que este partido fue uno de los dos grandes beneficiados de la intentona. En marzo de 1979 la UCD de Adolfo Suárez había vuelto a ganar unas elecciones generales, pero año y medio después de la intentona el PSOE obtuvo una victoria arrasadora en las elecciones de octubre de 1982, y tanto el Ejército como la derecha política estaban hundidos en el desprestigio. El otro beneficiado fue la Monarquía, que consiguió asentarse al gobernar con la izquierda.

Terrorismo y conspiraciones

Desde la transición, los españoles vivimos en un permanente baile de disfraces. Muchos de nuestros grandes hombres y mujeres se han inventado biografías en las que no escasean los hechos heroicos: fiscales que subvertían el régimen mientras aplicaban sus leyes, diplomáticos que hacían de intérpretes del propio Franco a la vez que le maldecían entre dientes... Como el tiempo pasa y se vacía el baúl de los recuerdos, los jóvenes reclaman un papel en la gran obra, y sólo les queda como única prueba de virilidad o de pureza democrática el 23-F. Así, Carmen Chacón se inventa una tarde de archivadora de documentos comprometedores y otra diputada socialista, Mamen Sánchez, culpa de la muerte de su abuelo al susto que le dio Tejero.

Con semejantes disfraces y mentiras, cuesta mucho recordar por medio de quienes vivieron esos años la verdadera situación o describirla a quienes no la vivieron. Tal vez baste una fecha: el 29 de enero de 1981 dimitió Adolfo Suárez y ETA secuestró al ingeniero jefe de la central de Lemóniz, José María Ryan, al que asesinó el 6 de febrero; en muchas paredes de casas vascas y navarras los proetarras pintaron esta frase: "Ryan con humor". Quien mejor ha descrito ese ambiente es Jesús Palacios en sus libros 23-F: el golpe del CESID y 23-F, el Rey y su secreto.

Las conspiraciones contra Suárez comenzaron después de la moción de censura que presentó el PSOE en mayo de 1980. En ellas participaban personajes sin partidos y ex ministros, banqueros y militares, miembros de AP, de UCD y del PSOE... ¡y hasta el Rey!

Felipe González y Alfonso Guerra esperaban ganar las elecciones de 1979. Después de una nueva derrota, los socialistas comprendieron que sólo si quitaban de en medio a Suárez podrían vencer. A esto hay que unir el deseo real de prescindir de Suárez, después de haberle encumbrado en 1976. En su última entrevista, Francisco Laína (que había sido gobernador civil de Zaragoza cuando el atentado contra el hotel Corona de Aragón), director general de Seguridad en esos meses, confirma la labor de zapa contra Suárez hecha por Don Juan Carlos:

El Rey no se recataba en criticar duramente al presidente Suárez en sus conversaciones con personas y ambientes muy diversos. Se añadía que el monarca expresaba abiertamente su disconformidad con decisiones adoptadas por Suárez y planteaba la conveniencia de un posible relevo del presidente.

El correveidile socialista más ilustre entre las múltiples tertulias, cenas y conspiraciones fue el diputado vasco Enrique Múgica, miembro de la Comisión de Defensa del Congreso y de la Comisión Ejecutiva del PSOE.

Los almuerzos de Múgica

En 1980 Múgica invitó a almorzar al general Sabino Fernández Campo, secretario general de la Casa del Rey desde 1977, con González y Peces Barba. Los tres socialistas le preguntaron por los rumores sobre el malestar entre el generalato y sobre el golpe de la banda borracha, que en círculos de los servicios secretos era una referencia a la operación que luego llevó a cabo Tejero.

El 22 de octubre de 1980 Armada fue destinado a Lérida como gobernador militar. Múgica y él comieron en la casa del alcalde socialista de la ciudad, Antoni Siurana. Según Armada, sólo se habló de lo mal que iban las cosas. Como en cualquier casa de España. ¿Alguien diría que con Franco se vivía mejor?

Pero Múgica no se reunió sólo con Armada. En el último tomo de sus memorias Jordi Pujol cuenta que, a finales en verano de 1980, recibió al socialista en su casa para escuchar una curiosa propuesta.

El PSOE tenía una auténtica obsesión por hacer caer a Suárez. Una prueba de ello es la visita que el destacado líder socialista Enrique Múgica me había hecho a finales del verano de 1980 a mi casa de Premià de Dalt para preguntarme cómo veríamos que se forzase la dimisión del presidente del Gobierno y su sustitución por un militar de mentalidad democrática. Manifesté mi total desacuerdo.

Francisco Laína, en una entrevista concedida a La Nueva España en 2009, declaró lo siguiente sobre las conspiraciones en que estaban metidos los de la rosa y el puño:

Me da la impresión, por la información que tenemos de aquella época, que en la última etapa de Suárez quizás el PSOE no solamente utilizó lo que era una legítima tarea de oposición, sino que además estaba presionando y creando un clima. Sin querer decir, ni mucho menos, que estuviese propiciando ningún golpe de estado –eso hay que dejarlo claro–, el PSOE buscaba soluciones dentro del marco constitucional, pero que no eran las normales, sino forzando al máximo la maquinaria recién nacida del orden constitucional. (...) He leído las memorias de Pujol e indudablemente da una serie de datos muy concretos sobre contactos y conversaciones del PSOE. Lo que no ha negado nadie es que hubo un informe que Múgica pasa al PSOE sobre sus conversaciones de Lérida; un informe a nivel orgánico, que pudo llegar a González o a Guerra, aunque no lo sé. Tengo a Múgica de vecino y alguna vez le digo: "Tendremos que hablar algún día de los antecedentes del 23-F", y siempre me ha dicho: "Esas cosas, mejor es dejarlas".

El abogado de Tejero, Ángel López Montero, ha declarado a El Mundo (20-II-2011) que el tribunal militar trató de impedir que compareciera Múgica.

Recuerdo que en un momento determinado del juicio, cuando ya estaba Gómez de Salazar presidiendo el tribunal, se me acercó el relator jefe, el teniente coronel Jesús Valenciano, y me dijo que tenía un mensaje del presidente: "Si renunciáis a la declaración de Enrique Múgica, esta misma tarde se pone en libertad a los tenientes de la Guardia Civil y en la sentencia saldrán absueltos".

Los oficiales renunciaron al chanchullo y Múgica compareció, y así fue su declaración:

El abogado de Múgica fue el propio presidente del Tribunal. A cada pregunta que le hacíamos, Gómez de Salazar indicaba: "No ha lugar. No ha lugar".

El Gobierno de izquierdas de Armada

Merece la pena repasar la lista del Gobierno de Armada, que se conoció gracias a la doctora Carmen Echave, que la apuntó mientras estaba escondida en una habitación del Congreso y Armada se la leía de viva voz a Tejero.

– Presidente: general Alfonso Armada.

– Vicepresidente para Asuntos Políticos: Felipe González (PSOE).

– Vicepresidente para Asuntos Económicos: J. M. López de Letona (banquero).

– Ministro de Asuntos Exteriores: José María de Areilza (Coalición Democrática).

– Ministro de Defensa: Manuel Fraga (AP).

– Ministro de Justicia: Gregorio Peces Barba (PSOE).

– Ministro de Hacienda: Pío Cabanillas (UCD).

– Ministro de Interior: general Manuel Saavedra Palmeiro.

– Ministro de Obras Públicas: José Luis Álvarez (UCD).

– Ministro de Educación: Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón (UCD).

– Ministro de Trabajo: Jordi Solé Tura (PCE).

– Ministro de Industria: Agustín Rodríguez Sahagún (UCD).

– Ministro de Comercio: Carlos Ferrer Salat (CEOE).

– Ministro de Cultura: Antonio Garrigues Walker (abogado lobbista).

– Ministro de Economía: Ramón Tamames (PCE).

– Ministro de Transportes. Javier Solana (PSOE).

– Ministro de Autonomías: general José Antonio Sáenz de Santamaría.

– Ministro de Sanidad: Enrique Múgica (PSOE).

– Ministro de Información: Luis María Ansón (director de la agencia EFE).

Cuatro socialistas (de los que tres habían almorzado con Fernández Campo) y dos comunistas; en total, la izquierda tenía seis carteras de diecinueve, un tercio; más luego varios cortesanos: a Areilza lo puso el Rey en el segundo Gobierno de Arias como ministro de Exteriores, Garrigues Walker era hijo de un monárquico acendrado y ex ministro en ese mismo Gobierno Arias, y de Luis María Ansón, cuyo monarquismo es muy anterior a su fe democrática, qué vamos a decir...

En una tribuna publicada hace once años, Fernández Campo escribió:

(...) me atrevo a imaginar, ejercicios peligrosos de civiles a quienes, siguiendo la tradición de los pronunciamientos en la Historia de España, les gusta jugar con fuego para impulsar la actuación militar y conseguir cambios de timón, aunque luego la marcha de las cosas tome un rumbo imprevisto y no puedan aprovecharse los beneficios pretendidos.

¿Qué conclusiones podemos sacar del 23-F? Pues, para empezar, que el PSOE habría llegado al poder año y medio antes de 1982. Lo que no estaba previsto es el desprestigio en que se hundió el Ejército.

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