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SEGUNDA REPÚBLICA

El verdadero vencedor de las Constituyentes

Las elecciones a las Cortes Constituyentes dejaron mucho que desear, la campaña fue muy irregular por dos razones: porque se hizo deprisa y corriendo, para que los detractores del nuevo régimen no tuvieran tiempo de organizarse, y porque no faltaron los actos de intimidación y de violencia procedentes de la izquierda, especialmente del Partido Socialista, sobre todo en las zonas rurales.

Las elecciones a las Cortes Constituyentes dejaron mucho que desear, la campaña fue muy irregular por dos razones: porque se hizo deprisa y corriendo, para que los detractores del nuevo régimen no tuvieran tiempo de organizarse, y porque no faltaron los actos de intimidación y de violencia procedentes de la izquierda, especialmente del Partido Socialista, sobre todo en las zonas rurales.
El resultado de esas elecciones lo resumió Alcalá Zamora –que dijo cosas de enorme sensatez... después de haber contribuido al pecado con fruición– en sus memorias de la siguiente manera: "Las Cortes adolecían de un grave defecto, el mayor sin duda para una asamblea representativa: que no lo eran como cabal ni aproximada coincidencia de la estable, verdadera y permanente opinión española". Lo cual era bastante cierto.

En las Constituyentes había una representación que no se correspondía con la realidad sociológica del país. El partido que obtuvo un mayor peso, la mayor minoría, como se decía entonces, fue el socialista, que obtuvo 115 de los 470 escaños en liza; después estaba el radical, de centro-derecha, con 94; venía después el radical socialista, con 59, y a continuación la Esquerra catalana, con unos resultados magníficos: 31 bancas.

La derecha obtuvo unos resultados muy pobres porque concurrió atomizada. Sólo un monárquico liberal obtuvo acta: Romanones; es decir, que de la derecha del régimen anterior no quedó nada. Acción Popular obtuvo 28 escaños; el Partido Agrario, 26; y un grupo curioso, el de los vasco-navarros, que comprendía a los carlistas y al PNV –cosa lógica, habida cuenta de que el vínculo de unión era el catolicismo y, por supuesto, el intento del PNV de fagocitar Navarra– y que acabó rompiéndose, sacó 15 actas.

La gran vencedora de aquellas elecciones fue la masonería: de 470 escaños, obtuvo en torno a 183. En aquel momento podía haber en España en torno a cinco o seis mil masones. Ya en el Gobierno inicial de la República había seis ministros masones. Salvo excepciones como Lerroux, que pertenecía a la Gran Logia Española, que se fue distanciando del Frente Popular porque sus miembros quedaron horrorizados, la mayoría estaba en el Grande Oriente: Casares Quiroga, Marcelino Domingo, Álvaro de Albornoz, Fernando de los Ríos, Diego Martínez Barrios, etc. Ya en los primeros meses del régimen la masonería tenía quince directores generales, cinco subsecretarios, cinco embajadores y veintiún generales.

En algunos casos, el domino que tenía sobre los grupos parlamentarios era tremendo. De los dos diputados de los liberal-demócratas, uno era masón; así como siete de los 12 federales, 11 de los 30 esquerristas, 16 de los 30 de Acción Republicana, 30 de los 52 radical-socialistas y 43 de los 90 radicales. Incluso el Partido Socialista Obrero Español, que se supone seguía el materialismo histórico y todas estas cosas, tenía 35 diputados masones. Había otros ocho hijos de la Viuda en el resto de grupos.

La gran vencedora de esos comicios fue, repito, la masonería. Y esto explica el escoramiento de la Constitución, que no se va a concebir como una norma republicana y laica, sino como un artefacto laicista y sectario, que diría el propio Alcalá-Zamora.


Pinche aquí para escuchar la versión radiada de este capítulo de la BREVE HISTORIA DE ESPAÑA PARA INMIGRANTES, NUEVOS ESPAÑOLES Y VÍCTIMAS DE LA LOGSE.

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