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ESPAÑA

La última gesta del siglo XX

En sus Cuadernos de Rusia escribe Dionisio Ridruejo, el 21 de octubre de 1941: "Llegan nuevas noticias y con ellas notas o impresiones sobre el carácter y la conducta del ejército enemigo".


	En sus Cuadernos de Rusia escribe Dionisio Ridruejo, el 21 de octubre de 1941: "Llegan nuevas noticias y con ellas notas o impresiones sobre el carácter y la conducta del ejército enemigo".

Sigue el texto de Ridruejo, editado por primera y última vez en 1978, yo creo que con algunas alteraciones, pero aun así uno de los más interesantes escritos sobre la División Azul:

Es ante todo un ejército que se manifiesta como innumerable en cualquier parte, en la más pequeña acción. En ningún caso los nuestros se encuentran con él en proporción menor de 10 hombres por uno. A veces la proporción es aún más desfavorable para los españoles. Su equipo y armamento son, por lo general, mejores que los nuestros [es decir, que los alemanes]. Mejores botas y capotes, buenísimos gorros, macutos provistos de tocino, armas automáticas y fusiles de largo alcance en proporciones considerables (no menos de un fusil ametrallador por cada seis hombres, aparte de las máquinas [ametralladoras pesadas]) (...) También emplean muy buen material de morteros y una excelente y abundantísima artillería, predominantemente del 11,40 que ya se conoció en España y cuya sensibilidad de espoleta es proverbial. La dureza del suelo ahora hace más eficaz esa característica que, como se sabe, al evitar la profundización del proyectil en tierra, aumenta la acción expansiva de la metralla. A cambio de estas notas de superioridad son muy deficientes sus métodos de combate, no solo en cuanto a concepción de las operaciones sino –esto es lo que puede alcanzar la experiencia de los nuestros– respecto al modo de conducirse en ataques y resistencias. En general son soldados que actúan en masa, como no se trate de algunos grupos adiestrados para la sorpresa en retaguardia, y sólo en masa son capaces de acometividad. Se lanzan apelotonados y por centenares, medio ebrios de vodka, vociferando terriblemente sus estentóreos "hurras". Su aspecto es así pavoroso. Pero si se tienen los nervios templados y se aguanta hasta tenerlos a tiro seguro no son tan peligrosos como parecen. Enfilados por una fusilería diestra o por unas máquinas, sus filas se clarean, y al clarearse los que quedan en pie pierden el impulso, pierden el sentido de su fuerza, casi siempre superior aún, y desisten o se entregan. Son flojos también para la resistencia ante una fuerza audaz, aunque sea poco numerosa. El arma blanca les impresiona especialmente y aún más si quienes la empuñan avanzan cantando. Cantar y acometer con machete calado es ya entre los nuestros un truco consagrado por la buena experiencia. No obstante, entre ellos, es brava la oficialidad, más brava que experta, y bravísimos los comisarios políticos, es decir, los responsables. Se sabe que la disciplina en las filas rusas es muy severa y que con frecuencia después de un fracaso hay fusilamientos numerosos (...).

Esta descripción indica mucho, pero no todo. Sorprendentemente para un ejército tan previsor y eficiente como el alemán, el invierno, el más duro en muchas decenas de años, le pilló desprevenido, y una gran proporción de bajas se debió a congelaciones, mientras que los rusos se habían mostrado mucho más previsores y disponían de ropa de abrigo mucho más eficaz. Los españoles estaban algo mejor, no mucho, que los alemanes, al haberles llegado buenas prendas de lana de España, pero el frío era tan intenso (llegó a los 52 grados bajo cero) que se convirtió en una tortura diaria, causa de muchas congelaciones. Añádanse los piojos y el machaqueo constante de la artillería rusa, una de las mejores del mundo, la cual causó el mayor número de bajas en la División. Gran parte del material soviético era superior y más abundante que el alemán, ya antes de que llegara a Stalin ayuda useña, mucho menos decisiva de lo que se ha pretendido después. La División española, como otras alemanas, se vio además desprovista de protección aérea, porque los poco abundantes aviones alemanes en el sector se dedicaron a una ofensiva para rodear por completo Leningrado, la cual fracasaría.

La dureza de la lucha y las terribles preparaciones artilleras soviéticas, sumadas a un clima y unas condiciones tan extraños para los españoles (cuando cediera el frío en primavera vendría la raspútitsa, un fango paralizante y nubes de mosquitos en cantidades inimaginables) convertía las batallas de nuestra guerra civil, incluso la del Ebro, en "poco más que escaramuzas", según la impresión de algunos veteranos. El coste en sangre fue muy elevado, aunque otras divisiones alemanas lo pasaron peor y sin duda fue mucho mayor el tributo de los atacantes soviéticos.

Aparte de los voluntarios que decidieron quedarse en la Wehrmacht, la DA estuvo en fuego casi exactamente dos años, siendo retirada cuando claramente llevaban las de perder los alemanes. Como resumen, en todo momento su comportamiento como unidad de combate alcanzó el nivel de las mejores alemanas, su trato a la población civil fue, en conjunto, también excelente, y no se hizo culpable de crímenes de guerra como los protagonizados en Rusia por nazis y soviéticos.

Las hazañas de la División Azul han sido calificadas como "última gesta española del siglo XX". Un título bien merecido. El historiador Caballero Jurado viene tratándola a fondo, aunque haya que lamentar estudios tan ruines como el de Martínez Reverte. En el ambiente de hedonismo cutre hoy predominante en España, esa gesta es mayoritariamente ignorada o incomprendida, y muchos se preguntarán si tuvo razón de ser o constituyó una especie de locura sin sentido. Ya iremos viendo que para España no tuvo nada de esto último. 

 

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