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SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Un Stalingrado fallido en el norte de Rusia

Ante el fracaso de la Wehrmacht en diciembre de 1941, el mando soviético concibió un vasto plan de operaciones para empujar al ejército alemán al más completo desastre, y no estuvo demasiado lejos de conseguirlo.


	Ante el fracaso de la Wehrmacht en diciembre de 1941, el mando soviético concibió un vasto plan de operaciones para empujar al ejército alemán al más completo desastre, y no estuvo demasiado lejos de conseguirlo.

En el norte, el correspondiente grupo de ejércitos germano se desplegaba para el asedio de Leningrado, con el grueso de sus efectivos próximo a la gran ciudad. El frente podía ser descrito así, grosso modo: seguía, de oeste a este, el curso del río Neva hasta el lago Ladoga, y de ahí bajaba hacia el sur siguiendo buena parte del río Vóljof hasta Nóvgorod, el lago Ilmen y algo más al sur. Como es fácil ver mentalmente, y mejor aún sobre un plano, el sector del Vóljof constituía el flanco derecho del grupo de ejércitos alemán. Desde ese sector era factible, en principio, romper las defensas alemanas y envolver al conjunto de sus tropas en torno a Leningrado, provocando el colapso de todo el ejército que asediaba la gran ciudad.

Y ese fue el plan diseñado por el mando soviético para su ejecución inmediata: cercar a los alemanes en un doble anillo de hierro y fuego, uno de los cuales partiría del curso medio del Vóljof y otro de Nóvgorod y el sur del Ilmen, para avanzar del sureste al noroeste, es decir, hacia Leningrado. En el momento oportuno, la gran masa de fuerzas acantonadas en esa ciudad tomaría a su vez la ofensiva para encontrarse con las que avanzaban desde el Vóljof y embolsar a la parte principal del ejército alemán, mientras otra gran parte quedaría cercada, a su vez, por la ofensiva desde la región de Nóvgorod y el Ilmen. En este frente estaba desplegada la División Azul junto con otras divisiones alemanas.

Los meses anteriores, es decir, de octubre a diciembre del 41, había sido la Wehrmacht la que había estado a la ofensiva, tratando de cerrar por completo el cerco a Leningrado. Parte de las operaciones fue la famosa cabeza de puente establecida por la División española en la orilla derecha del Vóljof como base para una penetración ulterior que debía desbaratar a las tropas soviéticas y ayudar a la ofensiva sobre Moscú. Sin embargo, los alemanes habían fracasado y debido replegarse a sus posiciones de partida, y lo mismo los españoles. La lucha había sido empeñadísima, en condiciones inimaginables, con un frío que había llegado a los 50 grados bajo cero, en el peor invierno que se recordaba.

La contraofensiva soviética comenzó enseguida, y a principios de enero había penetrado considerablemente al sur del Ilmen, poniendo en peligro las comunicaciones del ejército o grupo de ejércitos Norte alemán. Solo a muy duras penas fueron contenidos en las semanas siguientes. También lo fueron en Nóvgorod, que permaneció en manos hispanas, por más que la BBC informaba reiteradamente de su conquista por los soviéticos.

Algo más al norte, la retirada de la División Azul de la cabeza de puente no se había producido sin causar muy cuantiosas bajas a sus enemigos, y quizá por ello los soviéticos prefirieron atacar por el sector alemán del Vóljof. El ataque consiguió romper las líneas germanas y penetrar con bastante profundidad, casi 80 kilómetros en dirección a Leningrado. Por otra parte, el sector de penetración o cabeza de puente soviética tenía poca amplitud y podía ser estrangulado por un movimiento en tenaza desde el norte y desde el sur, con lo que el ejército de choque ruso comprometido en la ofensiva corría el riesgo de verse a su vez metido en una trampa mortal. La cuestión era si la Wehrmacht disponía de fuerzas para tal operación. Uno de sus generales en la zona, Von Chappuis, que se entendía mal con los españoles, vacilaba por no creer factible la maniobra y terminaría siendo destituido.

Entre tanto, la situación de los rusos empeoró al llegar el deshielo y convertirse aquella zona en una enorme ciénaga plagada de mosquitos. Por fin, la operación de cierre del sector de la cabeza de puente soviética se llevó a cabo, con participación importante de unidades de la División Azul, mientras las tropas allí embolsadas eran bombardeadas desde el exterior: los cazadores habían resultado cazados. La tenaz resistencia soviética hizo que los empeñadísimos combates durasen toda la primavera, y aun hasta entrado julio. Fue la Batalla de la Bolsa del Vóljof, y la primera gran victoria alemana en la región desde octubre, con decenas de miles de muertos y prisioneros enemigos y una masa impresionante de armamento de todo tipo destruida o capturada. Fue apresado el dirigente de la ofensiva, general Vlásof, héroe de la defensa de Moscú y figura trágica que se pasaría a sus vencedores para luchar contra Stalin.

No es el objetivo de este artículo describir en detalle la gran batalla, sino observar que su diseño recuerda mucho al de la batalla de Stalingrado, que empezaría poco después de terminar esta. Pero la contraofensiva soviética en Stalingrado triunfó y la de Leningrado fracasó. No es difícil ver por qué. En Stalingrado, los soviéticos lograron romper en gran extensión las líneas que defendían los flancos del ejército alemán, guarnecidos por tropas rumanas, italianas y húngaras. En la ofensiva del norte, el primer anillo de Nóvgorod no pudo progresar ante la resistencia encarnizada de la División Azul, y la contraofensiva alemana en la cabeza de puente soviética pudo realizarse pivotando sobre las posiciones españolas del Vóljof, mantenidas también a todo trance.

El fracaso de los ejércitos aliados en torno a Stalingrado se ha atribuido a su deficiente armamento, a la superioridad material del enemigo y a la excesiva longitud de la línea por defender, pero los mismos problemas tenía la División Azul, que no contaba con tanques ni protección aérea. La diferencia debe de verse más bien en la motivación de la tropa y la calidad de los mandos, sin duda superiores en el caso español.

 

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